Vivir sobrio
Somos seres rutinarios. Y, por lo tanto, nos hemos acostumbrado tanto a esta realidad que al pasar el tiempo no dimensionamos lo que eso significa. Es como cuando nos vemos al espejo por un pequeño instante, como algo cotidiano, como peinarnos o quitarnos una espinilla. En esencia, identificamos lo que queremos hacer y lo hacemos. Pero aún en este espacio donde nos reconocemos en el espejo, olvidamos momentáneamente que nos estamos viendo. Estamos tan acostumbrados, que ni nos vemos. Pero quien se ha tomado el tiempo de observarse al espejo sin ningún objetivo, sabe lo mucho que pasa por alto al ver su reflejo en el día a día.
Eso es lo que nos sucede en la vida. Vivimos acostumbrados de nuestra realidad, de donde vivimos, de como funciona el mundo, de lo que hacemos y aceptamos en nuestra cotidianeidad. Somos ciegos de lo que tenemos en frente. En ese corre corre, perdemos de vista la razón que se supone que nos levantamos todas las mañanas, de nuestras metas o lo que nos gustaría hacer. Todo por esta facilidad de acostumbrarnos a nuestros contextos. Por nuestra facilidad de aceptar lo que tenemos a nuestro alrededor. De cómo es que aparentemente funciona el mundo y por ende, nosotros.
Pero hay un tipo de sustancia que nos permite salirnos de esta aparente verdad. De ver, sentir y experimentar la realidad con una perspectiva distinta a la que hemos construido del mundo, de nosotros, de nuestras relaciones y de lo que hacemos. Esta medicina, nos ayuda a tratar nuestra miopía existencial de distintas formas. No hay una sustancia mágica, sino muchas, pero todas nos permiten involucrarnos con la realidad desde un espacio nuevo. Algunas nos ayudan a detenernos o acelerarnos, a acercarnos o alejarnos, otras nos invitan a despreocuparnos, a sentirnos confiados o excitados. Unas duran unos instantes y otras pueden durar horas, sino hasta días. Pero todas las drogas nos permiten apreciar, en espacios y tiempos limitados, el mundo desde otra perspectiva. Nos conceden la libertad de ser nosotros sin realmente serlo. De poder ver de otra forma la realidad, los espacios en los que vivimos, las personas con las que nos involucramos, las metas que perseguimos y en general todo lo que asumimos como normal, como un hecho.