Suspender el lenguaje
Sentir el presente revela particularidades del lenguaje y su naturaleza. Pues, sentir el presente es suspender el lenguaje, es existir en el ahora. Cuando dejamos de estar presentes es porque nos distrajimos con algo, quizás un pájaro sonó y sin darnos cuenta empezamos a usar el lenguaje: ¿cuál será ese pájaro?, qué bonito sonido, ¿cómo es que los pájaros aprenden esos cantos? En fin, nos vamos del presente para poder pensar en esta abstracción, en esta dimensión de la realidad. Es decir, nuestra actividad mental constantemente nos lleva a una gran cantidad de espacios por pura asociación de ideas; el ambiente nos sugiere algo, desde espacios que ya hemos vivido, sentido, o pensado, y nuestra actividad mental se encarga de explorar compulsivamente nuevas asociaciones. El lenguaje, entonces, no sólo es una extensión de cómo experimento la realidad sino que también me permite explorar nuevas dimensiones estando en ella. Si esto es así, ¿quién define mi realidad? al final, el lenguaje es un fenómeno social, un código que compartimos… Y, también, ¿qué tan a cargo estoy de esa actividad mental que constantemente genera asociaciones? O, en otras palabras: ¿cómo puedo tomar el control de mi realidad?