La delgada línea entre un onvre y un hombre

Jose Gutierrez
5 min readSep 14, 2020

--

Vivimos en una sociedad machista. Desde que tenemos memoria hemos visto y aprendido cómo funciona el mundo gracias a nuestros familiares, vecinos, sistema educativo y todo tipo de entretenimiento (cine, televisión, libros, periódicos, etc.). Pero nos ha tocado vivir en un momento histórico, donde los roles de género están siendo cuestionados fervientemente. Estamos viviendo una revolución. Por algo uno de los mensajes claves del feminismo es que #sevacaer el patriarcado. No es una cuestión de si sucederá, sino cuándo sucederá.

Es difícil reaprender lo que creímos conocer. Pero para convivir en sociedad y estar en el lado correcto de la historia, es necesario cuestionarnos lo que aprendimos. Vivimos una época de cambios. Y si se siente perdido y está leyendo esto es porque está sucediendo. Pero ante esta situación ¿cómo podemos reaprender lo que creíamos conocer? ¿cómo podemos estar en el lado correcto de la historia?

Sin ser muy filosóficos, en si se podría definir lo que es y debería ser un hombre. La realidad es que hemos aprendido el rol que deberíamos actuar por todo lo que hemos visto y hemos estado expuestos en nuestras vidas. Pero muchas de estas conductas, formas y comportamientos están llenas de actitudes machistas. Es decir, hemos aprendido a comportarnos para no ser rechazados socialmente pero ¿cómo deberíamos actuar si todas las personas somos distintas?

El proceso de reaprender no es sencillo. Incluso podríamos sentir que no hemos aprendido realmente lo que es ser un hombre en sociedad machista. Siempre me he preguntado ¿por qué se me podría juzgar si hablo de mis sentimientos? ¿por qué no puedo ser cariñoso con mis compas? ¿por qué no me puedo mostrar vulnerable? En esta revolución social todo esto puede cambiar. Aún así no nos quitaremos de encima que somos seres sociales, pero hay formas más sanas de convivir con los demás.

Al final, tener una interacción fluida con alguien sin ser juzgado es hermoso. Compartir, construir y desarrollar nuestras relaciones se trata de esto. De sentirse cómodo. De apoyarse. De ser comprendido y de comprender. Pero en una revolución donde los roles de género son cuestionados, vamos a recibir comentarios que no nos gustan. Y no porque creemos que tenemos razón, o eso me gustaría creer. Sino porque el hecho de que ser juzgados no es agradable. Nuestro instinto es defendernos, pero debemos entender que no se trata de nosotros. Sino de quien estamos ignorando, ofendiendo, hiriendo, maltratando y en algunos casos hasta matando.

No es si yo como individuo hago todo eso. Todo depende de mi posición en ese espectro y mis privilegios. El rol machista “puro”, es alguien que últimamente cree que el hombre es el proveedor, quien tiene la última palabra, quien cree que todo se lo merece, quien conquista a mujeres, lo que ya todos sabemos, etc. Quienes están en ese espacio del espectro fue porque aprendieron esto por su contexto. Por lo que vivió y vió. Y esto sucedió porque las estructuras sociales están definidas de cierta forma que nunca vieron el otro extremo. Es decir, no es que el machismo no exista o sea un caso aislado, es que a nivel sistémico estos comportamientos atraviesan todo aspecto social en el que vivimos.

Reaprender esos comportamientos no es sencillo. Es un problema sistémico. Y muchas veces está envuelto en muchas capas de significado. Pero no es imposible. Al igual que aprendimos o hemos tratado de aprender lo que significa ser hombre, podemos aprender cómo ese rol machista perjudica a las demás personas y a nosotros mismos. Botarlo y construir una nueva forma de ser.

Deconstrucción del onvre

Cuestionar el rol machista no debería ser personal. Al final este rol se nos ha impuesto desde que existimos, pero realmente no hay una forma específica de ser. Esto no significa que entonces todo sea válido. Al final, todos nacemos y estamos obligados a convivir en sociedad. Lo más humano que podemos aspirar, es que cada persona tenga las mismas oportunidades que nosotros.

Lo sé, es fácil decirlo. En práctica es difícil cuestionarse todo lo que hemos aprendido de la noche a la mañana. Pero como todo en la vida, no podemos aspirar o dejar de ser machistas en un día. Va a ser un proceso donde tenemos que estar dispuestos a ponernos en los zapatos de otros. A recibir críticas. A no sentir que nosotros somos las víctimas, sino de ver realmente a quiénes generamos daño con nuestra forma de actuar en el mundo. Forma que de por sí se nos fue impuesta, forma que hemos aprendido y seguimos viendo en todos los aspectos y ámbitos de la sociedad.

Poco a poco hemos formado pequeños hábitos de cómo deberíamos comportarnos y muchos son tan arraigados que son casi imperceptibles. Si prestamos atención incluso podemos ver pequeñas diferencias hasta en como nos sentamos. Los humanos absorbemos y aprendemos cómo comportarnos por el ejemplo. Por como nos movemos. Por como nos comunicamos. Y todos estos aspectos los seguimos aprendiendo a lo largo de nuestras interacciones sociales.

Reaprender

Todas las personas tenemos un camino distinto. En estos hábitos que realizamos hay ciertos aspectos que son claramente machistas según nuestra posición en el espectro. Por ejemplo aquellos comportamientos, como agredir físicamente o matar, que sin duda estaríamos violentando los derechos de la otra persona. Pero en ese espectro hay muchos otros aspectos que no son tan claros pero perjudican y agreden.

Es en ese mundo, donde no sabemos que nuestras acciones perjudican a otres, donde está la mayor brecha. Si tenemos suerte y hemos construido puentes saludables, se nos acercarán y dirán cómo eso que dijimos o hicimos es problemático. Sino, pues al final seguiremos actuando sin saber qué les afectó. Quizás nos daremos cuenta lentamente porque seremos ignorados hasta no volver hablar o interactuar con esa persona.

Reitero. No es un proceso sencillo y no podemos depender totalmente de otres para darnos cuenta. También podemos hacer un trabajo de introspección y empezar a notar esos comportamientos. Podemos abrir espacios de discusión sanos sobre comportamientos que no sabemos realmente si estamos violentando a la otra persona. Si estamos incomodando, ofendiendo o agrediendo.

Nacimos en una sociedad machista, pero esto no significa que debamos morir en una. En esta revolución de roles sociales ¿en qué lado de la historia quiere estar? ¿Qué impacto quiere generar en la vida de las personas que tiene cerca? ¿Qué tipo de sociedad cree que deberían crecer las siguientes generaciones?

Nota:
Gracias a la retroalimentación de familiares, amigas, amigos y amigues, decidí hacer la siguiente aclaración para situar de dónde vengo, explicar un poco el objetivo y alcance de este texto.

Nací en una cultura heteropatriarcal, eurocéntrica, colonizada y racista. Me identifico como hombre cis heterosexual y soy neurodiverso (autista). Pienso que los comportamientos sociales son aprendidos, arbitrarios y los reproducimos constantemente. Creo que necesitamos una discusión mucho más rica por parte de los hombres. Y aunque no siento que lo que expuse en el texto sea nuevo para muches, siento que es una ventana valiosa para otros hombres cis heterosexuales.

--

--